Este texto tiene tanto de coraje
como de sentimiento, un poco de culpa,
otro mucho de odio.
Odio porque no estarías allí
si yo no lo hubiera permitido,
si yo jamás hubiera abandonado ese lugar,
si mis palabras hubieras sido las correctas,
si el tiempo y las acciones fueran otras.
No estarías allí:
si ella no le tuviera miedo
al amor que siente por mí,
a estar conmigo.
Siento que ella me ama
aún estando contigo.
Diré lo que creo:
está contigo porque esta cómoda,
porque no se tiene que esforzar,
se siente “segura”, “protegida”.
Publicare un secreto, a ella,
a esa mujer que aun vive en mi casa,
a esa mujer con la que compartes,
ella con las que duermes,
a la que llamas, la que le dices “te quiero”,
a la que le amas,
aun siente mucho por mi.
Deja te confieso que no sé bien porque,
lo que sí sé es que es feliz,
es que cuando comparte conmigo
pocas cosas le importan,
pocas cosas le quitan el sueño y es
algo que no va a cambiar,
porque siempre ha sido así.
A ti,
ese hombre que vive en mi hogar
y no soy yo:
está bien, llegar sin importar nada;
con quien hizo tantos sueños allí;
con quien decoro cada rincón;
en quien pensó ella para vivir allí.
Los recuerdos que guardan cada pared:
los momentos, las risas, los enojos,
las historias, el amor que está grabado
sin que nada lo puede borrar de de cada espacio,
donde está grabado con su nombre y el mío.
Deja te digo el punto:
ella no quiso vivir contigo,
al final tú intentas irte a viviendo donde ella,
no es igual.
Ella te da un espacio en nuestra casa,
en nuestra habitación, en nuestros muebles,
en nuestra cama, pero,
no te dará un nuestro hogar.
Eres alguien que conoce,
no es nada nuevo,
como no es nuevo:
no hay nada que no sepa,
nada que adaptarse,
nada que no haya pasado,
nada que le de miedo,
nada que ganar y nada que perder.
Dejarte es algo que ya ha hecho antes,
una vez más quizás,
te deje por estar conmigo.
Has sido buen perdedor,
no confundas “tus cartas”,
la “casa” esta de mi lado y…
siempre te he ganado.
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